XXXIV
A veces, en el viento me duermo,
y dejo que mis sueños se vayan volando
siempre en espasmo vertiginoso, vertical,
siempre hacia arriba, donde el cielo le cubre
de estrellas la espalda,
donde su rostro deja abierta la ventana
y me permite asomarme por las noches,
a ver el mundo, tomar el aire... desde dentro.
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